¡Hola a todos!
En este artículo me gustaría comentar sobre el relato "El artista", que es bastante inquietante, de mi 1r libro “Todo es una ficción, Relatos cortos, Vol. I”.
Así que, es un perturbador relato que explora las fronteras entre el arte, la moralidad y la locura a través de un diálogo entre dos antiguos amigos de orfanato: uno convertido en policía y el otro en un asesino en serie, que crea, por encargo, artículos de lujo con la piel humana. El texto construye una compleja reflexión sobre la naturaleza del mal y la justificación del arte como vehículo de transformación, aunque sea a través de actos atroces.
La estructura narrativa, construida principalmente a través del diálogo y los monólogos internos del protagonista, crea un contraste inquietante entre la normalidad aparente de la conversación y la monstruosidad de los hechos relatados. El escenario del interrogatorio, descrito como "peliculero", con la lámpara y el espejo unidireccional, se convierte en un escenario teatral donde el protagonista puede desplegar su particular visión del arte y la humanidad.
El simbolismo del arte aparece como un elemento central y alarmante. La referencia al cuadro "Mañana en un bosque de pinos" de Iván Shíshkin, mencionado al principio y al final del relato, funciona como un marco que encierra la narrativa en una reflexión sobre la naturaleza del arte y su relación con la violencia. La ausencia de los osos en la versión final del cuadro simboliza la pérdida de la naturaleza salvaje en favor de una civilización que el protagonista considera corrupta.
La transformación es un tema recurrente en el relato. El protagonista ve su trabajo como una forma de metamorfosis: convierte algunas partes de seres humanos en objetos de lujo, pero también transforma la violencia en arte. Su obsesión por la piel, específicamente la "blanquísima", sugiere un fetichismo que va más allá de lo material para adentrarse en lo simbólico – la piel como frontera entre lo interior y lo exterior, entre la persona y su máscara social.
El relato establece un paralelo inquietante entre el sistema consumista y la violencia institucionalizada. La pregunta del protagonista sobre por qué está prohibido matar, pero se renuevan las licencias de caza a los "señores" expone la hipocresía de una sociedad que condena la violencia individual, pero legitima la violencia sistémica. Su trabajo como artesano de artículos de lujo, para aquellos sujetos de la élite que coleccionan semejantes extravagantes piezas, sirve como metáfora de cómo el capitalismo transforma la violencia en productos consumibles y el poder, que puede ser conseguido mediante el capital, muta los deseos.
La relación entre los dos amigos de orfanato representa la dualidad del sistema: uno se convierte en defensor del orden (policía) y otro en su subversor (asesino). Sin embargo, el autor sugiere que ambos son productos del mismo sistema de violencia institucionalizada que comenzó en el orfanato, donde aprendieron a "sobrevivir" a través de la violencia contra perros y otros niños.
El lenguaje técnico y desapasionado que utiliza el protagonista para describir el proceso de preparación de la piel humana contrasta deliberadamente con el horror de sus acciones, creando un efecto de distanciamiento que refleja la deshumanización de la sociedad moderna. Su meticulosidad artesanal sirve como una perversa analogía de cómo la sociedad tecnificada puede convertir el horror en un procedimiento rutinario.
La justificación del protagonista de que es él "sólo una pequeña y casi insignificante pieza de este mecanismo consumista" refleja una crítica más amplia a la sociedad contemporánea, donde la responsabilidad individual se diluye en el sistema. Su argumento de que "cada uno tiene su propio derecho" es una distorsión siniestra del individualismo moderno.
El final del relato, con la referencia al cuadro sin osos, sugiere que la verdadera tragedia no es sólo la violencia individual del protagonista, sino la pérdida colectiva de humanidad en una sociedad que ha convertido el arte y la vida en mercancías. El protagonista se ve a sí mismo como un artista que añade "una simple pincelada de color escarlata" a un mundo que se ha vuelto demasiado uniforme, sugiriendo que incluso los actos más atroces pueden ser racionalizados como expresiones artísticas, o necesidades inalienables de supervivencia, en una sociedad que ha perdido su brújula moral.
Bien. Hasta aquí es todo. Pensad, ¿qué es el Arte?
Nos vemos pronto.
Ciao.
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